La contribución de la fiscalización para inducir el conductor a respetar la velocidad reglamentada – que es uno de los factores de riesgo y gravedad más importantes en accidentes de tránsito – es reconocida en varios estudios. La fiscalización electrónica es eficaz por ser permanente y por incluir todos los vehículos que transitan en la vía monitoreada. El Tope Electrónico, por ser aún más ostensivo que los otros dispositivos, presenta índices de respeto superiores a 99,9%, según estadísticas generadas por los equipos de Perkons.
Estudios muestran que la principal causa de los accidentes es la imprudencia del conductor aliada al exceso de velocidad. Experiencias en todo el mundo demuestran que el medio más eficaz para reducir el número de muertos y heridos en accidentes de tránsito es la adopción de un programa de fiscalización electrónica.
Brasil es uno de los primeros países a utilizar la fiscalización electrónica de velocidad a través de equipos fijos, con la instalación de los primeros Topes Electrónicas en el 1992, y tiene uno de los más exitosos programas de monitoreo de tránsito. Datos del Dnit – Departamento Nacional de Infraestrutura e Transporte (Departamento Nacional de Infraestructura y Transporte) – demuestran que la implantación de la fiscalización electrónica en puntos críticos de las carreteras federales y tramos de vías urbanas contribuí para la reducción de aproximadamente 70% dos accidentes de tránsito. Por esto Brasil fue citado como referencia mundial en fiscalización electrónica en el libro «Reduzindo Acidentes» (Reduciendo accidentes), editado por BID – Banco Interamericano de Desarrollo en el 2001. El uso de equipos ostensivos, como los Topes Electrónicos, fue decisivo para obtener tales resultados, diferenciando Brasil de los demás países.
Pesquisas realizadas por BID, en el año 2001, muestran que en puntos donde haya aparatos para control del tránsito, el número de accidentes disminuye cerca de 30% y el número de muertes disminuye aproximadamente 60%. En puntos muy críticos, con gran número de accidentes de tránsito, el número de muertos es casi cero después de la instalación de los equipos de control de velocidad. Es ese el principal éxito del sistema: contribuye para una mejor gestión del tránsito y actúa como un aliado en las acciones de seguridad pública.
Una encuesta de opinión pública realizada en el 2002, encomendada por ABRAMCET – Associação Brasileira de Monitoramento e Controle Eletrônico de Trânsito (Asociación Brasilera de Monitoreo y Control Electrónico de Tránsito), realizada en ocho capitales brasileras, muestra que 84% de los entrevistados aprueban el sistema de monitoreo electrónico de tránsito implantado en Brasil. Además de eso, la encuesta aún demuestra que 46% de los entrevistados piensan que, después de la instalación de los radares electrónicos, el número de accidentes redujo, unos 30% creen que la situación se mantuvo, 13% creen que el número de accidentes creció y 11% no opinaran o no supieran contestar. El margen de error estimado es de ± 2,7 puntos porcentuales.
Estudios del Ibmec-Rio – Instituto Brasileiro de Mercado de Capitais (Instituto Brasilero de Mercado de Capitales), realizado en las carreteras federales de Brasil, comprueba que la instalación de reductores electrónicos de velocidad contribuye para la reducción del número de accidentes y muertes. Según el estudio, solamente en el año 2004, la instalación de Topes Electrónicos evitó 1.061 muertes y 12.370 accidentes en las carreteras federales brasileras. O sea, los equipos evitan cerca de 3 muertes y 34 accidentes al año.
Otra ganancia considerable del uso de los equipos para control del tránsito es la reducción de costos. Pesquisa divulgada en el 2006 por el Ipea – Instituto de Pesquisa Econômica Aplicada (Instituto de Pesquisa Económica Aplicada), en sociedad con el Denatran – Departamento Nacional de Trânsito (Departamento Nacional de Tránsito) y ANTP – Associação Nacional de Transporte Público (Asociación Nacional del Transporte Público), muestra que cada accidente con muerte en las carreteras federales cuesta a los cofres públicos R$ 418 mil cuando hay víctima fatal, y R$ 86 mil cuando hay heridos. Un estudio, hecho en el 2003 por el mismo instituto, revela que, en las aglomeraciones urbanas el costo es más pequeño: R$ 144 mil para accidentes con víctima fatal y R$ 17 mil cuando hay heridos.
Con eses resultados presentados arriba, sabemos que es vital el uso de todos los dispositivos disponibles para promocionar la seguridad vial y reducir el índice de accidentes – un compromiso asumido por todo el mundo a través del Decenio de Acción para la Seguridad Vial.
En el documento «Control de la velocidad: un manual de seguridad vial para los responsables de tomar decisiones y profesionales«, publicado mundialmente por la Organización Mundial de la Salud, en el 2008, es recomendado el uso de dispositivos electrónicos para aumentar la seguridad vial:
Una estrategia de control de la velocidad altamente efectiva implica operaciones con cámaras de velocidad, que combinan operaciones con cámaras fijas y portátiles (con base en el vehículo). Las cámaras fijas, aunque por lo general son fácilmente observadas y rápidamente identificadas por los conductores, brindan un fuerte mensaje que expresa que el exceso de velocidad no será tolerado y que se están llevando a cabo controles visibles. Como una estrategia complementaria, se comprobó que el uso de cámaras portátiles encubiertas, particularmente en las zonas urbanas, es un método altamente efectivo para transmitir a los conductores el mensaje de que el exceso de velocidad es ilegal y que no está permitido en ningún lugar, ni en ningún momento. La combinación es muy efectiva para la reducción de las velocidades de tránsito promedio en los principales tramos de la red, en algunos casos por debajo de los límites de velocidad aplicables.
Las cámaras fijas son otra manera útil para abordar el riesgo de sufrir colisiones vehiculares relacionadas con la velocidad en un lugar particular de la red. Tienden a operar como un tratamiento de punto negro con efectos cuantificables sobre las colisiones en los lugares donde son colocadas. Sin embargo, existe poca evidencia que compruebe que tienen un impacto en la reducción de las colisiones vehiculares en el resto de la red, a excepción del pequeño efecto de «halo» que se extiende unos pocos kilómetros desde el lugar de la cámara.
El mismo documento refuerza la importancia de la fiscalización para que haya el cambio de comportamiento de los conductores.
Los estudios de investigación y evaluación presentan resultados combinados acerca de la relación entre la educación masiva del público y los riesgos asociados con el exceso de velocidad, y cambios subsiguientes en el comportamiento del conductor con respecto a la velocidad. La conclusión general es que las campañas de seguridad vial en los medios de comunicación pueden cambiar el nivel de concientización y las actitudes, pero hay poca evidencia que demuestre que puedan producir cambios en el comportamiento sin una vigilancia, control y sanción (enforcement) que las acompañe.
En abril de 2009 el Ingeniero civil y Maestro en Infraestructura de transportes, Sr. Creso de Franco Peixoto, publicó un artículo afirmando que para reducir la velocidad o contener su exceso, hay el Tope Electrónico, una solución eficaz y con gran aceptación pública. Su estructura es visible a anchas distancia, está un display donde se puede leer la velocidad, una luz amarilla intermitente y un conjunto de señales sonoras y luminosas informa a los conductores y peatones la condición de tránsito del vehículo, esas características hacen el Tope electrónico un equipo distinto de los demás radares y hasta de un agente de tránsito, en respecto a la opinión pública. Para aquellos que no comprenden o no desean comprender porque es necesario respetar la velocidad máxima, este es local para reducir y listo. Para otros, la presencia del equipo indica el local de mayor riesgo de accidentes o atropellos, y por eso es importante reducir la velocidad de forma eficaz. El equipo tiene larga y exitosa aplicación adelante de escuelas y locales con gran flujo de peatones.
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